food truck de Lima; que no es otra cosa que una sanguchería completa y totalmente equipada, pero rodante.
Ni siquiera habían acabado la universidad, pero ya tenían claro que además de la gastronomía, lo suyo eran los negocios. Experiencia laboral ya tenían, así que, aún siendo estudiantes, se convirtieron en empresarios. Daniel Cuestas e Ismael Matos, aparte de ser amigos y compañeros de estudios, se hicieron socios. Actualmente ambos tienen 25 años, y son dueños y creadores del concepto ‘El Gringo’, el primer
Esperamos unos minutos a Daniel en el cruce de la calle Enrique Villar con la cuadra once de la Avenida Arequipa, en Santa Beatriz; exactamente en la esquina de donde está Fundación Telefónica. Allí, muy temprano para ganar sitio, se estaciona el food truck ‘El Gringo’. En los minutos que van transcurriendo, pese a la persistente llovizna, ya se ha formado una cola en el lado lateral del llamativo camioncito, que tiene todos las instalaciones necesarias que tendría un local fijo, como su propia luz y suministro de agua, refrigeración autónoma, y hasta POS por si alguien desea pagar con tarjeta. Por su puesto, por todo consumo te dan recibo, pues hasta máquina registradora digital tienen. Es decir, algo bastante lejano de la idea del carrito sanguchero de esquina ‒sin ser peyorativo con este‒ que uno normalmente tiene en la cabeza.
Teoría y experiencia“Justo he terminado la universidad ahora en julio, la carrera de gastronomía y gestión de restaurantes en la Universidad San Ignacio”, nos cuenta Daniel Cuestas. Sin embargo, el proyecto ya viene “rodando” desde setiembre de 2013. Antes de lanzarse a la aventura independiente, no bastaba la teoría; sino que era necesaria la práctica. Y desde los 18 años Daniel ya había pasado por todos los puestos que el oficio de la gastronomía exigía. Trabajó en diferentes restaurantes, como en el área de cocina del Miraflores Park, y en un hospedaje de turistas. También viajó en dos veranos a los Estados Unidos donde adquirió experiencia en el manejo de restaurantes. Precisamente allí se le metió en la cabeza la idea del food truck que son populares entre los “gringos”.
Por su parte, Ismael, su socio, aunque ya había acabado la universidad hace dos años, también ya tenía suficiente trecho laboral caminado. Ambos empezaron desde abajo, recorriendo todos los puestos. Incluso, antes de poner ‘El Gringo’, ya habían intentado con otro emprendimiento: un delivery de almuerzos para oficinas. El negocio se llamaba ‘Menú Expreso’, y aunque no les iba mal, tuvieron que dejarlo por falta de tiempo, pues seguían en la universidad ‒Ismael estudiaba hotelería‒, y tenían, además, otros trabajos.
Innovación“Los food trucks tienen bastante acogida en otras partes del mundo. Es un carro equipado completamente para lo que es servicios de alimentos. Todo lo de adentro está hecho de acero inoxidable, y entonces se cumple con los estándares del manejo de alimentación”, nos explica Daniel mientras atiende a algunos clientes y nos relata que el camioncito que ellos tienen anteriormente le pertenecía a Bimbo y se lo compraron a alguien que trabajó allí. Luego lo llevaron a una empresa para que haga los cortes y equiparlo. “De hecho, estos carros ya existen acá, pero son combis que no están bien preparadas, como se debe. La primera vez que uno hace las cosas siempre demora (ríe). Invertimos aproximadamente unos 25 mil dólares, pero si lo hago por segunda vez, obviamente va a salir más barato”, recuerda.
Ya con la herramienta de trabajo lista y decorada por un profesional, empezaron a captar clientes: “Llevábamos el carro a eventos. En un evento básicamente lo que encuentras son toldos con puestos de comida. Y es un poco difícil la atención en un toldo, pues hay que armarlo y desarmarlo. No se puede dar la atención con la rapidez y calidad que se espera. En cambio acá tengo todo: agua, luz, mi propia refrigeración, etc., que son cosas importantes en el tema del manejo de alimento”. Otra ventaja de esta innovación, es que es más vistoso que los tradicionales carritos sangucheros, lo que capta la atención de los transeúntes, quienes perciben, dado el buen acabo del establecimiento, también mayor calidad y seguridad en el producto.
Fue así que empezaron desde el año pasado a ir a kermeses de colegios, al autódromo de La Chutana, a conciertos, etc. No obstante, hace cuatro meses se les ocurrió estar también los días de semana estacionados en alguna esquinada concurrida. Es por ello que llegan cada día a las 6 am a esta esquina de la cuadra 11 de la Av. Arequipa para agarrar sitio. Dado la cantidad de universidades e institutos que hay por la zona, pensaron en un inicio que su público serían estudiantes; pero con las semanas los que han empezado a asistir más son trabajadores de los distintas empresas que circundan la esquina. “Las hamburguesas que vendemos aquí, nosotros mismos las preparamos. Son 100% de carne, sin grasa. Es un tema importante porque la gente que prueba, realmente les gusta. Necesariamente que esté en la calle no significa que tiene que ser informal, que tiene ser barato o que tiene que ser malo. Allá (señala otra cuadra) venden a 3 soles, allá venden a 4, más allá a 2, incluso KFC tiene un producto de 3 soles. Yo vendo a 6, es lo más barato que puedo vender por la calidad que ofrezco. Lo mismo que vendo acá, vendo en los eventos, donde tal vez le subo un poco por el tema de comisiones y tal, pero el producto es el mismo. Pero el parecer los estudiantes no pagan mucho eso”.
Ellos tienen claro que la diferencia respecto a otros negocios en la calle es la calidad que ofrecen. Además, tienen un taller de producción que es la dirección fiscal de la empresa y es donde funciona la cocina principal.
Pero como todo en la vida, también hay algunos riesgos. “Trabajar en la calle también es difícil, estás expuesto a más cosas, como que te roben”.
Siguientes pasosLa visión de esta empresa es consolidar una cartera de clientes para eventos, pues ven que allí está gran parte de la rentabilidad.“Una vez que tengamos estos eventos asegurados, que serán todos los años, esperamos nunca bajar la calidad y tener más carros para poder ir a varios a la vez, pues hay eventos que son el mismo día (fines de semana)”, asegura Daniel. Desde luego, también están explorando la posibilidad de abrir un local fijo, pero con un concepto un poco más gourmet. “¿Por qué no tener una cadena por todo el país?, ¿o tener varios de estos carros para eventos y un local fijo?”, sueña el chef empresario.
El trucoEl secreto es simple: hacer lo que a uno le gusta. A Daniel Cuestas al inicio no le gustaba la cocina. Se inscribió en hotelería, pero cuando llevó los cursos de gastronomía, lo atraparon los fogones y se cambió de carrera. “Si no te gusta lo que haces, te vas a levantar sin ganas de ir a trabajar, sin ganas de hacer algo. Acá el carro lo traemos temprano, desde las 6 am. La producción inicia a las 9 am hasta el mediodía, en que abrimos. Estamos chambeando todo el día. Mi socio, que viene también en la tarde, tiene otro trabajo. Yo vengo a las 5pm, y también estoy en las mañanas para ver la producción y todo, pero ya los chicos se manejan solos”.