domingo, 2 de noviembre de 2014

EL ACERO INOXIDABLE EN LA COCINA.

El acero es una aleación de hierro y carbono, contiene un mínimo del 10,5% de cromo, menos del 1,2% de carbono y otros elementos de aleación. El contenido de cromo otorga al acero inoxidable su resistencia a la corrosión ya que permite generar una capa de óxido de cromo de forma natural y continua en su superficie. Este óxido, denominado «capa pasiva», lo protege indefinidamente contra todos los tipos de corrosión. La capa pasiva se regenera espontáneamente en contacto con la humedad del aire o del agua. Las ventajas de este acero es que es el «material verde» por excelencia, reciclable hasta el infinito; contrariamente a otros materiales, el inoxidable es seguro y aconsejable en aplicaciones alimentarias ya que no altera las propiedades organolépticas de los alimentos. Se puede limpiar perfectamente, incluso en el lavavajillas. Al contrario de otros materiales, el acero inoxidable tiene una buena resistencia a la corrosión. Resistencia al impacto, a rayas y a las variaciones térmicas. Resistencia mecánica. Resistencia a la temperatura. Excelente durabilidad, lo que lo convierte en el material predilecto de los profesionales de la gastronomía. El acero inoxidable ferrítico, por su magnetismo, es un material apto para la cocción por inducción. El acero inoxidable es interesante para las tapaderas puesto que conserva su forma inicial permitiendo un ajuste siempre perfecto con la olla. Conserva su aspecto de origen a lo largo de la vida útil de la instalación. Varios acabados superficiales están disponibles: brillante, mate y pulido.

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